Educar para la Diversidad


El prejuicio está en el ojo del observador

La semana pasada nos citaron en el colegio del peque sin notificarnos el motivo. Pensamos que era para informarnos sobre el reciente aumento en la mensualidad, así que decidimos que solo iría yo a la reunión.

Me esperaban sentadas en una oficina la directora, una de las maestras del peque y la psicopedagogo de la escuela.

Después de un artificialmente correcto y muy incómodo preámbulo de la directora, por fin la maestra, con cara de mucha lástima, me comenta sus observaciones:

“En el salón hemos observado que su hijo juega con cosas de niñas, como la cocina, o las muñecas, y que se pone los vestidos del área de disfraces. También hemos visto que viene a la escuela usando colores de niña en la ropa, como medias rosadas...”

Hasta ese momento, aunque estaba en desacuerdo con toda la categorización binaria de género que estaba haciendo sobre las cosas “de niña”, esperaba que llegara al meollo del asunto, porque nada de lo que me había dicho era desconocido para mi.

Yo sé con qué juega mi hijo y de qué colores es su ropa.

“...Y él dice que es niña.”

Hey, hey! Hold your horses, woman 🐎✋

Si mi hijo fuera niña, su papá y yo estaríamos al tanto de que tenemos una hija. Él jamás ha dicho o insinuado que se identifica como mujer o niña.

Por mi cara de enigma, supongo, la maestra continuó su observación intentando convencerme de su aproximación respetuosa al tema dentro del aula: “Los niños en el salón nos preguntan por qué él tiene el pelo largo, si el pelo largo es de niñas, y nosotras les decimos que también los niños pueden usar el pelo largo. Pero también preguntan por su ropa, y por qué juega con las cosas de niñas y nosotras no sabemos qué decirles. Ellos hacen comentarios incómodos, y los niños son muy crueles...”

Termina de hablar y me preguntan cuál es mi opinión al respecto.

Les dije que en casa respetamos las decisiones de nuestro hijo sobre su imagen personal, que consideramos que él tiene derecho a escoger el largo de su cabello, qué ropa vestir, qué colores usar y qué juegos jugar, y que le gustan sin distinción ni preferencia las “cosas de niña” y “cosas de niño” por igual.

Confirmo que nada de lo que está diciendo es una sorpresa para mi, excepto que se identifica como niña, porque nunca lo ha dicho, más allá de alguna confusión de vocabulario, como cuando dice “el silla” o “mamá está cansado”.

Aprovecho para preguntarle a su maestra si está segura de que lo escuchó decir “soy una niña”. Dudó al afirmarlo.

La psicopedagogo interrumpe para decir que la maestra debe volver a las actividades en el salón. Le doy las gracias a la maestra por sus observaciones 👓💙❤.


Cuestionar la cultura “¡Que le corten la cabeza!”

La directora prosigue a informarme que ya ha visto a mi hijo utilizando “colores de niña” en la ropa cuando ha “pasado de visita por el salón”. Repite que los niños son crueles y que en efecto ha escuchado a algunos compañeritos del salón comentar y cuestionar sobre la apariencia personal de mi hijo.

Le comento que yo opino que los colores son para todo el mundo; que no existen los colores de niña o colores de niño, sino colores, y ya. Ella responde que los colores de niño y de niña pertenecen a una categorización cultural. Yo le digo que estoy de acuerdo, pero que en casa no validamos esa categorización. Ella responde: “La cultura es colectiva, no individual. El individuo no puede decidir si validar o no elementos culturales.”

En ese momento entendí que abrir sus ojos no es mi batalla, ni mi responsabilidad.

No podía creer que en pleno año 2017, después de tantos avances en igualdad de derechos de género, comprendiendo las transformaciones culturales que ha producido la globalización, mientras vivimos a la cuarta Revolución Industrial, y en otro lugar del mundo se están discutiendo, por ejemplo, legislaciones relacionadas con el manejo ético de la robótica, o estudiando consideraciones sobre la conciencia artificial… yo esté sentada en la oficina de un colegio explicando por qué mi hijo puede usar medias rosadas si le da la gana.

Sin embargo, les aseguré a ambas que comprendo a qué se refieren. Comprendo que en nuestra cultura latinoamericana, y específicamente en Venezuela, esos estereotipos de género aún están muy marcados.

Les cuento, por ejemplo, que he escuchado a niños preguntar por qué mi hijo puede elegir entre el 100% de las opciones del catálogo del pintacaritas en una fiesta de cumpleaños, cuando a ellos sólo les permiten elegir los diseños “para niños” o “para niñas”.

Entiendo a qué se refieren con la inquisición cultural, pero en mi familia no valoramos la categorización de género.

La psicopedagogo, que hasta entonces se había mantenido en silencio, tomó la palabra: “Pero si comprendes eso, entonces ¿para qué exponerlo a ese tipo de situaciones incómodas? en las que él tenga que explicar repetidamente que es un niño y no una niña.”

Le pregunto: “Pero… ¿a él le incomoda? Digo, ustedes que lo observan por lo menos la mitad del día, ¿han notado que le incomode tener que confirmar que, en efecto, él es un niño?”

Me responde: “Ahorita no, ¡pero le incomodará! Y tú solo estás haciendo que él tenga que luchar constantemente contra el sistema.”

Y yo le digo: “Y en ese caso, ¿no es suficiente el amor y apoyo incondicional de su familia?”

Me parece que algo de lo que dije le disgustó mucho a esa pobre señora, porque comenzó a respirar muy fuertemente mientras decía: “Un niño que se sienta constantemente cuestionado y criticado por la sociedad será un niño inseguro de sí mismo ¡Eso es violencia psicológica! ¡Y eso se denuncia! ¡se denuncia ante la LOPNA! Tal cual como al padre que golpea y maltrata a su hijo, como la madre que es negligente con sus responsabilidades… En este caso, no por hacerle algo, sino por por tu inactividad al orientar a tu hijo con respecto a su identidad de género, estás causándole un gran daño. Puede que ustedes en casa lo apoyen, y nosotros lo máximo que podemos hacer es contener al grupo, pero igual van a hacer comentarios, y van a ser crueles, y nosotros no vamos a poder hacer nada al respecto.”

Sí, me amenazó con denunciarme a la LOPNA (que por cierto no es una institución, sino una ley) por permitir que mi hijo decida saludablemente sobre su apariencia física e identidad.

La directora intervino para darle aire a su compañera, y contarme, de manera muy pedagógica, una historia real, que le sucedió al amigo de un amigo… el caso de un niño de la escuela que en primer grado tenía útiles de Hello Kitty y su madre lo permitía. En cuarto grado el niño “tuvo que retirarse de la escuela porque no soportó las burlas y la presión del grupo porque le gustaban las cosas de niña”.

Es decir, que según ellas, el problema era el niño con sus cositas de Hello Kitty y no el grupo, que fue irrespetuoso y violento. El problema de que mi hijo use medias rosadas o lleve el cabello largo no es entonces que eso lo haga inseguro de ser niño, sino que puede que no soporte la presión social porque la institución donde estudia básicamente valida y respalda el bullying.


Diversidad, ¿con qué se come eso?

A estas alturas, todavía les pregunto con curiosidad: “Pero, ¿ustedes no educan sobre la diversidad y la inclusión?”

La respuesta de la psicopedagogo fue un acalorado “¡NO!, ¡no a esa edad! En edades tempranas, y hasta los 6 años, es importante que los adultos orientemos a los niños con respecto a su identidad de género. Que les enseñemos a identificarse adecuadamente. Sino, él crecerá sin una base sólida, que lo hará inseguro de quién es.”

Quizá ella desconoce que la palabra adecuada para lo que está proponiendo no es ORIENTAR, sino IMPONER; y yo no me siento cómoda imponiéndole a mi hijo qué ropa “debe” usar, con qué juguetes “debe” jugar, o qué corte de cabello “debe” llevar.

Luego me preguntó si el aparato reproductor de mi hijo está biológicamente bien definido, para descartar que sea un caso de hermafroditismo “porque eso es diferente”. Después de 4 meses estudiando en el colegio, ¿no cree que debería ya la psicopedagogo estar informada si se trata de un caso de hermafroditismo? Hablando de negligencia...

La directora también intervino para explicarme las diferencias entre identidad de género y orientación sexual, con la misma profundidad y comprensión de cualquier folleto institucional.

Aclaró que “tampoco se trata de un caso de trasvesti o de lo último que está de moda con respecto al género… ¿cómo es que se llama?… ¡ah! Transgénero.” E intentó reforzar la idea de que ellos son muy respetuosos con “esos temas”; “Por ejemplo, Boris Izaguirre es egresado de nuestra institución, y a él se le respeta su estilo de vida y lo que él haya decidido ser. También nosequiencita -no tengo ni idea de quién hablaba-, o nosequiencito, y en fin... muchas figuras de la farándula que ya tú debes conocer... a todos se les respeta lo que hayan decidido. Pero no es lo mismo que dejar decidir a un niño.”

Para finalizar, la directora amablemente me instó a que reflexionara sobre el tema y conversara con mi pareja sobre posibles acciones a tomar en casa. “Nosotros no les estamos pidiendo que cambien de opinión, lo que les estamos diciendo es que cuando vayan a comprarle ropa, dejen que él escoja solo del lado de los varones, que es el que le corresponde, para hacerle las cosas más fáciles.”

Quizá no comprenden que un niño o niña tiene derecho a decidir sobre su propia identidad, y que eso no solo no “confunde”, sino que fortalece el criterio y autoestima desde edades tempranas.

Quizá no saben que al reforzar que algo es “de niños” o “de niñas”, son los adultos los que están confundiendo, asignando una característica de identidad que no le corresponde intrínsecamente al objeto y perjudicando el desarrollo saludable de los niños.

Quizá no están al tanto sobre cómo se manifiesta y sostiene en nuestra sociedad la homofobia y la transfobia a través de la discriminación.

Quizá ignoran que mientras más fuertes son las categorizaciones de género, más intrincadas serán las expectativas estereotipadas a su identidad, y que los parámetros culturales que dictaminan cómo debe lucir mi hijo son los mismos que le dicen que debe ser fuerte, que no debe llorar, ni mostrar vulnerabilidad, ni ser gentil, ni cariñoso. Exactamente los mismos que les dicen a las niñas que deben ser delicadas y lindas, que no deben ser muy ruidosas, ni fuertes, y que deben preocuparse siempre por los demás y no tanto por ellas mismas.

Lo más triste y preocupante es que este tipo de observaciones se hagan en una escuela no con la intención de acompañar y apoyar a las familias, sino con la misión de reformar y estandarizar las personalidades e intereses de los niños, inclusive a costa de su salud y de los valores familiares.

En nuestra familia tenemos suerte de comprender el asunto, pero otras familias que tal vez no lo tengan claro podrían enfrentarse a un dilema muy serio y socavar gravemente la autoestima de un niño.

En todo caso, a pesar de que lo desee, tampoco puedo asumir que viviremos exentos de este tipo de prejuicios en el futuro, así que lo que puedo y haré es:

  • Educar a mi hijo para que esté al tanto de que esos estereotipos existen, pero afortunadamente cada vez son menos importantes.

  • Mostrarle que hay muchos tipos cool como él, muy seguros de sí mismos, que han usado el cabello largo y visten toda la paleta de colores, que cocinan, bailan, pintan, escriben, y son padres.

  • Consolarlo si alguien le dice que es una niña, en el supuesto caso de que eso llegara a inquietarlo.

  • Acompañarlo y apoyarlo para que recuerde que la única opinión que importa sobre su personalidad y apariencia es la suya propia, y que mientras él se sienta bien con lo que lleva puesto y las actividades que realiza, el mundo (incluyendo el catálogo del pintacaritas y las tiendas de ropa) es 100% suyo para elegir. 🌎✨



2 comentarios:

  1. Muy bueno compartir esta experiencia, para quienes no tienen acercamiento a este tipo de discusiones y, tal vez, también respeten las decisiones/elecciones de sus hij@s, pero se sientan, como padres, presionados o juzgados socialmente por eso. Tal vez no tienen la capacidad de argumentar el por qué, y con esta experiencia pueden conocer cómo abordar, en principio el tema. Y si, el peque es muy cool :) ! Saludos.

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